Entre los 11 meses y los 2 años y medio, l@s niñ@s tienen temor a lo desconocido, debido a las características de su pensamiento, siendo esto comprensible. Superado este periodo deberían acercarse a un pensamiento algo más racional, intentando entender lo que les vamos diciendo y alejándose de los pensamientos fantásticos que antes podían ocasionarle miedo.
Cuando nuestros pequeños temen y son inseguros genera una gran problemática familiar, pues no sabemos cómo ayudarl@s y muchas veces usamos técnicas que, en lugar de favorecer, nos perjudican.
Por supuesto que l@s niñ@s extrañarán su casa, cuando ingresan a un nuevo centro de desarrollo. Claro que preferirán estar en su espacio familiar, pero esto sucederá hasta que lo sientan como si fuera también su hogar. Cuando este proceso de integración se supone debe haber terminado, hay niñ@s que incluso después de los dos años y medio continúan desconfiad@s e insegur@s. Esto, como padres o cuidadores nos genera ansiedad que al ser percibida por nuestr@s pequeñ@s les causa más preocupación, convirtiéndose en círculo vicioso.
La razón de la inseguridad puede ser diversa, el no haber generado un apego seguro en sus primeros años, debido a la sobreprotección o las exigencias demasiado estrictas, de modo que l@s niñ@s se acostumbran a hacer “lo que se les dice”, sin posibilidad de tomar decisiones o sentirse competentes; haberse visto forzado a alejarse de los padres, por ejemplo en una hospitalización; el nacimiento de un hermanito o algún cambio intempestivo en la familia que le lleve a tener pensamientos de que ha perdido importancia para su entorno familiar; su propio temperamento; entre muchos otros. Esto genera un pensamiento/sensación de no ser capaces de recuperar la cercanía, pues no sabe lo que depara el futuro cercano.
Lo que más preocupa a l@s cuidadores en los centros de desarrollo cuando conocemos a un niñ@ insegur@, es que est@ niñ@ no confía en sus propias capacidades, no ha aprendido que tiene poder y que puede hacer muchas cosas por el/ella mism@. Normalmente son dubitativ@s y prefieren no hacer las cosas porque no están segur@s si lo que va hacer es correcto, esto origina que muchas veces se resistan a realizar actividades nuevas. Est@s pequeñ@s son muy sensibles a todo lo que sucede alrededor y toleran muy poco la frustración. Además, se sienten poco merecedores del aprecio y la protección de quienes se encuentran a cargo.
La tarea de l@s cuidadores responsables se vuelve ardua en estas situaciones, pues tenemos que procurar que el/la niñ@ aprenda a sentir desde dentro de sí, que es competente y que tiene poder. En un entorno de desarrollo autónomo donde se busca el empoderamiento infantil, la tutora acompaña con cariño, habla con el/la niñ@ para lograr que se motive a realizar las actividades por sí mism@. La tutora le muestra que vale equivocarse, que vale preguntar y que también vale pedir ayuda. Procura que l@s niñ@s a l@s que acompaña sientan desde dentro de sí, la confianza de pedir afecto y compañía. Pero ante todo un cuidador responsable, valida su sentimiento diciéndole: “Sé que tienes miedo y seguro estás molest@, pero no te preocupes, voy a estar contigo, te voy a cuidar y cuando me necesites sólo tienes que avisarme”. Un cuidador que apuesta por el apego seguro estará disponible permanentemente y muy pendiente de que los niveles de frustración no lleguen a hacer que el/la niñ@ se siente incapaz, sino que pueda ir manejándola, ayudándol@ a entender que, sólo porque no puede hacer algo correctamente ¡Aún! no significa que no lo logrará en algún momento, aunque tenga que ser con un poquito de ayuda.
Como padres, debemos prepararnos y preparar a nuestr@s niñ@s para que estén list@s a integrarse a nuevos entornos:
· Entrénal@s en la autonomía. Permíteles hacer lo que puedan hacer, cuánto más pequeñ@, mejor. Confía en sus capacidades. Por ejemplo, si es muy bebé, confía en que podrá rodar sol@ sobre su propio cuerpo, no le facilites sus actos, aunque no lo creas estamos dotad@s para lograr muchísimas cosas, si respetamos los procesos.
· Ayúdal@s a que desarrollen una autoestima saludable para lo cual, nosotr@s mostraremos confianza y reconocimiento natural a sus logros.
· Reconoce sus sentimientos y valídalos. “Sé que esto puede asustarte, pero tienes que confiar que ++++ te cuidará y procurará que todo esté bien contigo”.
· Elimina de tu lenguaje verbal o corporal todo aquello que genere culpa o temor. Por ejemplo, camina de su mano con tranquilidad, sin presionarla, para que no sienta que l@ estás protegiend@ permanentemente porque está en peligro.
· Procura no ser rígid@ en la educación de tus niñ@s. Tener reglas y disciplina positiva, siempre es adecuado. Sin embargo, cuando temas que tus niñ@s no van a elegir correctamente, procura bríndarle opciones. Para l@s niñ@s en la primera infancia, deberán ser un máximo de dos opciones. Que puedan elegir. por ejemplo, entre dos pares de zapatos, si quiere comer una o dos zanahorias (cuando tu intención es que coma una), si prefiere llevar manzana o naranja al centro infantil. Así permites que se entrene en tomar decisiones y no siente que está siendo dirigid@ permanente, esto puede llevarle a pensar que necesita “siempre de ti”. Y tú vas a usar adecuadamente la disciplina, sin controlarla innecesariamente.
· Permítele que busque soluciones a pequeños problemas. Como: “Oh no, la mesa se ensució ¿Qué podemos hacer para resolverlo? O sí hay muchos papeles en el piso ¿Qué vamos a hacer para que el piso esté limpio otra vez? Esto le dará el mensaje subliminal de capacidad y de qué crees en él/ella para resolver dificultades por lo que le hará más sencillo el encontrarse en un ambiente nuevo con varios problemas posibles por venir.
¡El secreto de la confianza es confiar! Confiar en las herramientas que les hemos ido entregando a nuestr@s bebés desde que nacieron, en las capacidades que hemos procurado ell@s mism@s desarrollen. No podemos regalarles motivación, autoestima o confianza, sino, ayudarl@s a que ell@s las desarrollen desde sus propios recursos.
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