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SENSORIALIDAD EN LA PRIMERA INFANCIA

Foto del escritor: Ciclo UnoCiclo Uno

La integración sensorial es la más importante de las actividades que realiza el cerebro del niño en la primera infancia, porque le permite organizar las sensaciones que recoge del exterior y las convierte en información para adaptar su comportamiento. En este proceso se localiza dónde fue captada la información, se clasifica y se organiza. Todo esto es posible cuando la información llega de forma ordenada, de lo contrario, se desecha, porque no puede ser interpretada, perjudicando el aprendizaje y el desarrollo de capacidades.


Cuando un niño tiene funcionando óptimamente sus receptores y el recorrido de la información por las estructuras del cerebro es adecuado, aprenderá fácilmente a través de la experiencia.


La estimulación de la sensorialidad en la primera infancia se trabaja con los niños haciendo actividades donde entran en juego el uso de todos los sentidos, el movimiento y la suspensión; para que puedan experimentar la gravedad. Una buena integración sensorial, por ejemplo, le ayudará a tener dominio sobre su fuerza para trabajar la masa cuando quiera esculpir algo; a dominar el equilibrio y la suspensión, cuando quiere saltar; pero también, para contenerse o para gestionar sus emociones, entre otras. Una persona que recibe la información adecuadamente, en general, entiende las directrices del entorno y de las personas que están a su alrededor; es más calmada y puede controlar mejor su temperamento.


Cuando el bebé es pequeño se estimula su procesamiento generando conductas adaptativas. Por ejemplo: un/una bebé que ve una pelota lejos de él/ella y la desea para manipularla, se verá forzada/o a movilizarse, a gatear o arrastrarse, para llegar a la pelota; tomándola entre las manos para revivir las sensaciones que ya había recabado, anteriormente, como: es redonda, blanda, huele agradable, es de un color determinado y si la suelto se ira lejos(rodará). Estas conductas asociadas de sentir la proximidad/lejanía y moverse hacia el elemento es una conducta adaptativa que está regulando su comportamiento. Cuando propiciamos en nuestros niños este tipo de actividades permitimos que los procesos se realicen de forma automática, que se desarrolle la modificación de conductas y se organice su pensamiento.


En la primera infancia los niños son como una máquina de aspiración de información, un padre o cuidador responsable estará cerca de él/ella para ponerle nombre cuando el bebé lo demandé. El bebé acumula información desde muy pequeño, él/ella sabe que hay diferencias entre un color y otro, entre una textura y otra, entre un tamaño y otro, pero aún no le puso el nombre. Un adulto responsable va a observar la necesidad del niño y en la medida en que él/ella cuestione con miradas o señalando, le dará el nombre a esa información para que integré todo este conocimiento y se puede dar el aprendizaje.


No nos podemos percatar fácilmente si hay dificultad en la percepción o integración sensorial de un niño/a en los dos primeros años, porque casi todas las conductas, son regulares en este periodo. Pero podemos estar atentos/as a las siguientes señales:


· No responde de ninguna manera al estímulo que se le presente, por ejemplo: “Parece que no escucha cuando le hablan.”


· Da una respuesta sobredimensionada al estímulo sonoro, como cuando se cierra la puerta y estalla en llanto.


· Le fastidian “mucho” las etiquetas de la ropa.


· No resiste las diferentes texturas de los alimentos (o solo quiere las de un tipo)


· No resiste tocar pasto o arena con las manos o las plantas de los pies.


· Tiene dificultad para gatear o ponerse de pie, parece que le cuesta mantener el equilibrio.


· Evita los juguetes que requieren mucha manipulación.


· Se aleja de los juegos que requieren elaboración, como rompecabezas o encajes.


· Se aleja de actividades de arte (que requieran masas, gomas, pinturas, etc.)


· Se cae frecuentemente.


· Tiene accidentes, muchos más accidentes, que los demás.


· Comúnmente no tienen un buen desarrollo del lenguaje y del habla.


Si notas estos signos de manera recurrente, debes consultar con un especialista.


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