El compartir es un hábito social que como todos los demás se aprende desde las primeras interacciones de los niños y se logra alcanzar alrededor de los 4 años. Las características de los niños menores no les permiten entender que es bueno cederle a otro, algo de lo que tienes para hacerlo feliz, porque aún no pueden leer las emociones de los demás y no deducen que otra persona puede estar triste si no tiene un juguete o una galleta para comer.
Cuando los niños/niñas están en un ambiente en el que cuentan con personas que los/las cuidan con cariño, de manera equitativa y no tienen que competir por atención o por afecto, normalmente empiezan a compartir incluso en edades tempranas, aunque no sea una constante. De modo que nuestro papel es determinante también en este aspecto. Tener un modelo generoso hace mucho más sencillo que los niños logren esta habilidad.
Es importante saber que después del primer año será difícil que compartan, porque al empezar a caminar se hacen más independientes y el negarse a “casi todo” lo/la hace reafirmarse. Entre los dos y los tres años se da una especie de alejamiento de la dependencia materna y tienden a apegarse más a los objetos, por lo que pueden ser generosos, siempre que el objeto en discusión no sea muy importante para su seguridad afectiva.
Algunas consideraciones para tener en cuenta:
Muchas veces los niños tienen un juguete o elemento especial, en ese caso, por más que el niño tenga el impulso de compartir a tempranas edades es muy probable que no comparta este elemento, actitud que se debe respetar. De modo que si van de visita con amigos procuren llevar juguetes de los que sea fácil desprenderse. Los elementos o juguetes que representan “algo especial” no son fáciles de compartir jamás.
Cuando un niño se niega a compartir es porque de forma natural piensa que algo va a pasar con su objeto. Puede pensar que se lo llevan o desaparece y le cuesta razonar la posterior devolución. Por ello, aunque se niegue, procura averiguar la razón y explícale en una versión corta lo que pasaría y lo lindo que es compartir, sin realizar críticas a su proceder.
Hay niños que tienen mayor predisposición que otros a compartir sus elementos y desde muy pequeños desarrollan conductas pro-sociales de generosidad.
Para desarrollar está habilidad los niños/niñas requieren hacer una conexión mente a mente con los demás. Esta lectura de las emociones de los otros, les permite ser felices haciendo felices a los demás.
De ninguna manera debemos etiquetarlos como egoístas si no comparten, el comportarse así es característico de su edad y además es su derecho.
Es muy importante recordar que no debemos exigir, ni obligar que se comparta si no quieren hacerlo. Podemos pedir, sugerir, tratar de convencer, pero de ninguna manera obligar porque esto podría dar señales incorrectas de actuar producto de la presión social.
Debido a que compartir es una habilidad social tenemos que proveerles situaciones donde los niños puedan interactuar con otros, con quienes compartir. Practica y hazlo practicar: Dale elementos de más, como galletas para que comparta con sus amigos, también puede preparar algo especial para alguien más.
Cuando los niños tienen el impulso de compartir se debe celebrar muchísimo la conducta, con esto se refuerza la habilidad, por lo que querrán volver a hacerlo.
Nunca compares a tu niño con otros que si comparten; resaltar conductas no deseadas, no es buena idea. Los niños no pueden entender por qué haces eso y les haces sentir mal o incómodos.
Si otro niño ha compartido con tu hijo/a, aprovecha este momento para decirle lo lindo que se siente que alguien te entregue un juguete o un elemento para jugar.
Aprovecha los momentos tranquilos para dar mensajes positivos como: ¡Tú si compartes tus juguetes con tus amigos, porque eres muy generoso, eso es muy bueno! Estos tipos de mensajes son muy valiosos y nos programan positivamente, sobre todo cuando están llenos de afecto.
Refuérzalo positivamente cuando sea generoso, diciendo: ¡Estoy muy feliz, porque prestaste tu juguete a tu amigo, se puso muy feliz!
Aprovecha todas las situaciones posibles en las que tú puedas compartir. Desde que el/la niño/a empieza con el juego, alrededor de los 15 meses, del “Toma y Dame”, puedes jugar con él o con ella y cuando vea cómo te alegras porque te entregan algo y como el otro se alegra porque tú entregas algo, empezará a tener la idea de lo positivo que es el compartir.
Nunca debemos permitir que nuestros niños queden sin nada por compartir. Lo correcto del acto de compartir es que él/ella se queda con una parte y el amigo con otra. No deben quedar tristes o incómodos por compartir. ¡Compartir debe ser divertido!
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