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Ciclo Uno

SOBREPROTECCIÓN Y DESARROLLO INFANTIL

Cómo padres y cuidadores responsables nuestro deber es proteger a nuestros niños y niñas, proveyéndoles situaciones seguras para su desarrollo en todos los aspectos. Hoy en día existe un fenómeno muy preocupante para quienes nos ocupamos de la formación de niños, el tipo de crianza que supone la sobreprotección, qué interfiere de todas las formas posibles en el tan ansiado desarrollo integral de nuestros niños.


La sobreprotección parte de la emoción/necesidad intensa de controlar a nuestros pequeños y se da a dos niveles: el conductual y el psicológico. El conductual tiene que ver con la obligación que sienten los padres de regular y supervisar la disciplina y el monitoreo de los niños. El psicológico, por su parte, con la restricción de experiencias para los bebés porque sienten o piensan qué son demasiado peligrosas, pudiendo poner en riesgo a sus niños. En los dos casos, los cuidan, los corrigen y les evitan cualquier tropiezo; formando niños nerviosos, tímidos e inseguros; con dificultades para relacionarse adecuadamente en la escuela y que muestran gran dependencia hacia alguno de sus padres.


La sobreprotección se genera desde la ansiedad y la necesidad de crear una condición exagerada de protección para los bebés, negándoles la oportunidad de explorar el mundo y trayendo consecuencias sobre la futura personalidad de su pequeño. Esta conducta de “cubrirlos” proviene, también, de la intolerancia a la frustración por el sufrimiento de sus pequeños en situaciones cotidianas.


Cuando los padres sobreprotegen a sus niños y controlan todo lo que pasa en el entorno, hay una sensación en el/la pequeño/a de encontrarse en una situación de peligro permanente, lo que puede ser un generador de estrés innecesario. Mantener el stress por periodos muy largos puede ser el antecedente de trastornos de ansiedad. Según un estudio publicado por el Centro de desarrollo infantil de la Universidad de Harvard, la exposición a circunstancias que producen miedo persistente puede tener consecuencias para toda la vida, interrumpiendo incluso la arquitectura del desarrollo normal del cerebro. Se ha comprobado que, ante una tarea desafiante los niños que tenían madres sobreprotectoras no lograban alcanzar el objetivo de la misma forma, ni con la rapidez con que podían hacerla los niños con una crianza materna acompañante y con un nivel de protección regular. El stress y la ansiedad que persisten en el tiempo tienen el potencial de afectar la forma en que los niños aprenden, resuelven problemas y se relacionan con los demás.


Existen variantes de crianza sobreprotectora:


· Padres desfile, que desean que sus niños sean lo que ellos no han podido ser. Someten a sus niñ@s a presión para lograr, desde su mirada, su óptimo desarrollo integral.

· Padres helicóptero, siempre están un paso adelante de lo que vaya a suceder con sus niños. Ponen excesiva atención a las experiencias y a los problemas de los niños. Son grandes defensores de sus niños, sienten que sus niños y ellos mismos son infalibles.

· Padres guardaespaldas, permanentemente están cuidando a sus niños y no permiten que los toquen o que reciban algún malestar.

· Padres quita nieves, limpian de obstáculos el camino de los niños, lo que forma personas incapaces de solucionar dificultades por sí mismas.

· Padres halcones, pueden tornarse agresivos con tal de favorecer a sus niños, a costa de todo.

· Padres banqueros, arreglan toda dificultad con elementos materiales, lo que convierte a sus niñ@s en crónicamente insatisfechos.

· Padres tigres, trabajan sin descanso para lograr en sus hijos la genialidad en algún aspecto de su desarrollo.

· Padres bocadillo, siguen con el plato permanentemente a los niños para tratar que consuman algún alimento.

· Padres superhéroes, hacen creer a los niños que cualquier situación será arreglada por ellos, lo que les impide ser autónomos y creativos ante las dificultades.


Aquí algunos consejos para evitar sobreproteger a nuestros niños, procurar el desarrollo de su autonomía y de la seguridad en sí mismo:


· Deja que tus hijos jueguen. Los juegos que ellos deseen, así parezcan descabellados para ti.


· Permite que estén fuera de tu vista por algunos momentos, siempre que sepas que están seguros (Provee para ello, espacios con gestión del riesgo. No todo debe estar forrado en algodón, pero procura eliminar riesgos innecesarios).


· Habla con tus niñ@s desde muy pequeños de la seguridad y la prevención, evitando que en la conversación generes temores innecesarios. Diciendo cosas como: “Recuerda que solo puedes salir a pasear con alguien cuando mami o papi saben que estás con ellos, así no saldré a buscarte” o “Voy a enseñarte a usar este cortador, así no te harás daño, pero debes observar bien lo que haces”


· Sé paciente, los niños son capaces de realizar todo lo que se propongan, pero tienen sus propios procesos, permíteles que vayan a su propio ritmo.


· Anticipa los horarios, avísale con tiempo cuando vayan a dejar de hacer una actividad, así tendrá tiempo de terminar, de guardar y sentirse satisfecho y tú no te verás tentad@ a terminar por ellos y recoger los elementos con los que estaba trabajando. Si sientes que te gana el apuro, ¡respira! Y piensa en que esta espera, hará de tu bebé un ser más competente. Si es impostergable o parte de las normas de casa, la actividad que deben realizar, explícale diciendo: “Déjame ayudarte un poco, hagámoslo muy pronto esta vez, porque debemos ir a dormir, ya es muy tarde”.


· Permíteles decir que no, cuando no sea una actividad muy importante. La relación contigo les sirve como base para sus futuras relaciones. Si puede negarse contigo, también podrá hacerlo con otras personas que le planteen algo que no desea.


· Muestra interés en lo que tiene que mostrarte o decirte, pregúntale acerca de lo que hace o lo que quiere hacer, más que darle indicaciones todo el tiempo.


· Acompáñalo observando siempre, procura estar atento a sus necesidades con un acompañamiento respetuoso, a cierta distancia, viendo si algo le hace falta. Guíate de la comunicación no verbal cuando aún sea bebé y de sus pedidos de ayuda cuando ya pueda hablar contigo.


· No justifiques el negarle oportunidades, porque los lugares son peligrosos. Somos responsables de construir una generación de niños seguros, y eso no sucederá si no les permitimos auto-gestionarse con nuestra compañía.


“Educar es dejar ir, para que nuestros niños puedan ser desde ellos mismos” (Eva Millet)


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