Se han escrito en la última semana cientos de guías para saber cómo convivir con nuestr@s hij@s, pero esto es algo que hacemos a diario, sin percatarnos. Lo que sucede es que los estados de emergencia producen alarma, nos asustamos y acabamos pensando que nuestr@s pequeñ@s no serán capaces de atravesarlos, cuando somos muchas veces nosotros los que creemos que no superaremos este periodo con éxito.
Aprender a convivir, desde luego, es muy importante y uno de los grandes desafíos que tienen las familias hoy. Se nos hace difícil enseñar a nuestr@s niñ@s una convivencia saludable y respetuosa con la comunidad, porque creemos que, al ser tan pequeños es muy complicado, en especial cuando las circunstancias son apremiantes. Sin embargo, lo adecuado es tener altas expectativas de ell@s, confiar en su capacidad de adaptación y de resiliencia. Tener altas expectativas acerca de nosotr@s como padres/madres que instintivamente sabremos qué hacer, también es importante.
Tener que pasar mucho tiempo en casa debido al aislamiento, nos obliga como padres/madres a ocuparnos de la guía y crianza, es decir, de la educación integral de nuestros pequeñ@s. Si esta crianza se inicia desde un sentimiento de confianza en el potencial de tu bebé creemos que la convivencia en cualquier situación podrá ser agradable, sobre todo, si consideramos las características del desarrollo y la maduración de nuestros pequeños.
Es ahora cuando la educación informal recupera importancia, sobre todo en la primera infancia, aquella educación en la que buscamos el desarrollo de habilidades que sirvan para la vida y que los ayude:
- A conocerse a ell@s mism@s, entendiendo sus emociones y sentimientos
- A desarrollar el pensamiento crítico para resolver problemas y para administrar la información que encontramos en todos los medios,
- A ser responsables con los recursos que están a nuestra disposición
- A ser respetuos@s con l@s otr@s aceptando la diversidad
- A ser empátic@s
- A colaborar
- A crear
Esta es una de las oportunidades que nos da el aislamiento social. Y sí, el aislamiento no es lo mejor para nuestr@s niñ@s, no es lo mejor porque modificamos sus rutinas, cortamos su real red social (la familia y amigos) y en el caso de l@s niñ@s que viven en departamentos, la posibilidad de explorar el espacio abierto (centros de desarrollo infantil, parques, etc.) se anula completamente. Sin embargo, podemos encontrar la forma de darle la vuelta a la dificultad, si consideramos algunas características de los pequeños que están a nuestro favor como:
- Nuestros bebés, antes de los 3 años, no tienen una verdadera percepción del horario (o sea, del tiempo), sino que se organizan en función a las actividades y a la satisfacción de sus necesidades.
- Para ellos y ellas lo importante es el AHORA, lo que ocurra en el momento es lo que realmente interesa, por esto, debemos procurar que “pasen cosas” o que ell@s exploren para buscar que algo suceda, de forma que no se percaten que están cambiando su rutina. Es decir, encadenas una actividad divertida (no tienen que ser un juego, puede ser cooperativa), con una de rutina y que satisfaga sus necesidades.
- L@s niñ@s prefieren cooperar para realizar las cosas, además que cuando les permites que ayuden con entusiasmo en los quehaceres, l@s preparas para decidir en libertad, por lo que es una gran idea que les pidas a partir de los 15 meses que colaboren contigo en las tareas del hogar. Esto es un gran trabajo, los ayuda a ser autónom@s y te facilita la tarea de ser mamá/papá ya que no tienes que pensar tanto en lo que podrás hacer con ell@s.
Aprender a identificar las emociones es importante, porque ellas tienen impacto en el desarrollo cognitivo. De modo que, no te preocupes tanto por las actividades que realizas con tus niñ@s, sino más bien, ocúpate de generar sentimientos que les servirán para la vida, de trabajar para que desarrollen habilidades que serán el sustento de sus aprendizajes y de una vida saludable. Entre ellas:
- La alegría, incluso en tiempos de adversidad, por lo que no te distraigas tanto en qué debes hacer, sino que lo que hagan les genere buenos momentos.
- La seguridad en sí mism@, cuando confías en que puede realizar pequeñas tareas y superar las circunstancias, saliendo fortalecid@.
- El autocontrol, que es la capacidad para postergar el placer o la meta. El autocontrol es el indicador más claro de cuánto éxito tendrá una persona en la vida.
- El optimismo y la calma en diversas situaciones, aceptando sus fortalezas, en lo que debe mejorar y no buscando la aceptación constante de los demás o la recompensa.
- La expresión de sus emociones, es decir, poder verbalizarlas, para ello, procura no pedirle al/la niñ@ que extinga la emoción, como cuando le dices “no llores” o “no grites”, en vez de eso trata de entender por qué se siente mal y valídalo dando nombre a lo que siente.
Y sí, cuando pasamos mucho tiempo en casa, generamos emociones intensas. Nosotr@s que somos adultos y sabemos cómo gestionarnos, las podemos sentir. A l@s pequeñ@s que están aprendiendo les invade un sentimiento de “yo no sé qué, pero algo molesta”, porque no comprenden lo que sienten.
Recuerda que antes de los 3, ell@s reciben la información, pero se les hace muy difícil racionalizarla. Entender la idea de algo abstracto que hace daño, pero que no veo y no me deja hacer lo que deseo, puede generar algo parecido al temor y estrés que además del discomfort, interfiere en el aprendizaje, por lo que nuestra labor, es por sobre nuestra propia incertidumbre, reponernos y generar el entorno más seguro posible para nuestr@s niñ@s. Con esto no queremos decir que se deben ocultar los sucesos y crear mundos de fantasía, sino que debemos explicar las cosas de forma muy concreta, con tranquilidad, sin temores; eso le dirá a tu niñ@: “Parece que algo sucede, pero está bien, porque mamá/papá me cuidan”,
Una forma sencilla de hacerlo es explicarles siempre de la misma forma: “No podemos salir por unos días, esa es la indicación, aquí estaremos bien y juntos”. Eso sería más que suficiente antes de los 24 meses, después de esa edad podemos complementar diciendo: “Hay personas que están enfermando con un “bichito/gérmenes” y para que nosotros estemos sanos y fuertes, debemos quedarnos por aquí y lavarnos muy bien las manos”. Si encuentras un cuento sencillo puedes leerlo. Cuando repites la misma historia, le permites ir entendiendo poco a poco lo que dices y le das seguridad.
Puedes probar haciéndolo así:
- Primero háblale de tus sentimientos como: “Yo también quisiera salir ahora, pero no podemos, saldremos el 30, esperemos un poco más. Ahora no es seguro salir” Lo más probable es que no entenderá exactamente lo que dices, pero si entenderá la seguridad con la que lo dices.
- Luego habla de sus emociones: “Estás un poco molest@ y aburrid@, esa es la razón por la que lloras, porque quieres salir, pero de momento, no lo haremos. Lo siento.”
- Abrázal@ y conténl@ si se ha desregulado, para ello, debes respirar con calma, incluso puedes balancearte un poco, así también te calmas tú.
- Cuando le hables, asocia gestos y movimientos a lo que dices, sobre todo cuando explicas algo prohibitivo como “No podemos salir ahora”, (cruzando las manos, como diciendo no, y abriendo la mano, como diciendo alto/ahora).
- Dale alternativas: “No podemos salir ahora, en vez de eso, trabajaremos con una masa brillante”, por ejemplo.
Sobretodo y en especial en estos momentos, que seguro serán inolvidables, “Se el/la entrenador/a emocional de tu niñ@ y claro, seguro habrán emociones que no agradan tanto, pero son tan importantes como las demás” (D. Goleman).
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